Vermuteria Morro Fi (Barcelona)… para un
aperitivo de primera.
En nuestra humilde y cervecera opinión, las mejores cañas de
Barcelona se tiran en Morro Fi, sencillo local de Consell de Cent esquina
Borrell que cabría perfectamente en un cuadrilátero de boxeo, y aún sobraría
espacio.
Quizás las habrá igual de buenas (por favor, ¡díganme dónde!)
pero con certeza no superarán las del amigo Marcel, copropietario que decidió
hace unos años dar el salto a la parte de atrás de la barra para oficiar con
sabiduría el arte de servir unos aperitivos de primera.
Mahou clásica, en vaso de vermut, servida a temperatura idónea y
con la crema (que no espuma) abundante y sedosa. Ni conté las rondas que
cayeron acompañando la célebre “mariscada”, un sabroso combinado de conservas y
encurtidos de primera calidad servidas a modo de “platillo” para compartir.
Banderillas, boquerones, atún en escabeche, aceitunas, piparras,
mejillones, berberechos, alcachofas en vinagre,… producto seleccionado y
servido con cariño y sabiduría. Se expende para consumir “in situ” o para
llevar un excelente vermut casero que comparte estantería con un resultón vino
de la Terra Alta, caldos que la parroquia disfruta en un ambiente de clientela
fiel y simpatía por doquier.
No esperen confort. En el interior contadísimos taburetes y
afuera solo tres mesas en el mismo chaflán, que suelen estar siempre llenas.
Pero si son fanáticos del aperitivo “comme il faut” a un precio justo, no lo
duden. El Morro Fi merece de sobras el desplazamiento.
¡A disfrutar!
Necesita mejorar: Dime (Barcelona).
En una zona alta de Barcelona que sigue algo huérfana
gastronómicamente tuvimos ocasión de visitar Dime, sito en la calle Doctor
Fleming, 11. Interiorismo de nivel que rebosa calidad y estilo, pero que
unido a la desacertada (por escasa) iluminación da poca impresión de
restaurante y mucha de “night club”.
Grata impresión en la mesa (sabores, texturas y aromas) pero
decididamente a precios desajustados por lo alto, pues se impone la ración
pequeña en plato grande. Servicio frío y distante, aparentando cierta
indolencia y decididamente escaso conocimiento culinario de lo que está
sirviendo. Estando sin estar, y excesivamente pendiente de llenar copa tras
copa de vino y repetir mecánicamente el consabido “traigo otra botella?”, sin
mostrar otro interés que la facturación en bodega y el no desentonar en un
ambiente demasiado sofisticado que, creemos, impide que brille una cocina que
sin duda tiene buen nivel en los fogones.
Puede y debe mejorar, pues la inversión realizada y el potencial
lo merecen de sobras. Seguiremos con atención si corrige rumbo.