domingo, 15 de julio de 2012

Vamos a contar verdades, no mentiras, by Sergi Juanós


Vermuteria Morro Fi (Barcelona)… para un aperitivo de primera.

En nuestra humilde y cervecera opinión, las mejores cañas de Barcelona se tiran en Morro Fi, sencillo local de Consell de Cent esquina Borrell que cabría perfectamente en un cuadrilátero de boxeo, y aún sobraría espacio.

Quizás las habrá igual de buenas (por favor, ¡díganme dónde!) pero con certeza no superarán las del amigo Marcel, copropietario que decidió hace unos años dar el salto a la parte de atrás de la barra para oficiar con sabiduría el arte de servir unos aperitivos de primera.

Mahou clásica, en vaso de vermut, servida a temperatura idónea y con la crema (que no espuma)  abundante y sedosa. Ni conté las rondas que cayeron acompañando la célebre “mariscada”, un sabroso combinado de conservas y encurtidos de primera calidad servidas a modo de “platillo” para compartir.

Banderillas, boquerones, atún en escabeche, aceitunas, piparras, mejillones, berberechos, alcachofas en vinagre,… producto seleccionado y servido con cariño y sabiduría. Se expende para consumir “in situ” o para llevar un excelente vermut casero que comparte estantería con un resultón vino de la Terra Alta, caldos que la parroquia disfruta en un ambiente de clientela fiel y simpatía por doquier.
No esperen confort. En el interior contadísimos taburetes y afuera solo tres mesas en el mismo chaflán, que suelen estar siempre llenas. Pero si son fanáticos del aperitivo “comme il faut” a un precio justo, no lo duden. El Morro Fi merece de sobras el desplazamiento.
¡A disfrutar!

Necesita mejorar: Dime (Barcelona).

En una zona alta de Barcelona que sigue algo huérfana gastronómicamente tuvimos ocasión de visitar Dime, sito en la calle Doctor Fleming, 11.  Interiorismo de nivel que rebosa calidad y estilo, pero que unido a la desacertada (por escasa) iluminación da poca impresión de restaurante y mucha de “night club”.

Grata impresión en la mesa (sabores, texturas y aromas) pero decididamente a precios desajustados por lo alto, pues se impone la ración pequeña en plato grande. Servicio frío y distante, aparentando cierta indolencia y decididamente escaso conocimiento culinario de lo que está sirviendo. Estando sin estar, y excesivamente pendiente de llenar copa tras copa de vino y repetir mecánicamente el consabido “traigo otra botella?”, sin mostrar otro interés que la facturación en bodega y el no desentonar en un ambiente demasiado sofisticado que, creemos, impide que brille una cocina que sin duda tiene buen nivel en los fogones.
Puede y debe mejorar, pues la inversión realizada y el potencial lo merecen de sobras. Seguiremos con atención si corrige rumbo.



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